El valor de sentir

Son tantos momentos en la vida, en los que los sentimientos nos superan, nos mueven y nos hacen realmente humanos. No me refiero a esos sentimientos vanos y perecederos que nos impresionan en un determinado momento, solo me refiero a aquellos que se hacen presentes porque existe simplemente amor. Hablo de sentimientos porque pueden llegar a arrastrar nuestra vida, hablo de aquellas veces que flotas en una intensa nube de gracia y de aquellas otras que te sientes el ser más vulnerable que pisa la tierra.
Desde la misma sociedad se tiende a cubrir con un tupido velo el sentimiento humano, dejando al descubierto únicamente los sentimientos impersonales, los más bastos y superficiales. Al contemplarlos, me pregunto si los seres humanos tememos a nuestra propia humanidad.
Hoy se aprecia en todo, y no hace falta recurrir a un sentido crítico o a una mirada pesimista sobre la sociedad actual. No soy pesimista, creo que por mucho que se intente tapar la naturaleza del hombre, el hombre seguirá siendo hombre. O incluso me atrevo a más, el fallar o equivocarse se ha podido observar en las diferentes sociedades que conforman su historia, la historia del hombre, y todo ello por la búsqueda de la verdad. También forma parte de esa naturaleza el aprendizaje, y así se espera aprender de esos errores.
¿Sentir es malo? Es la pregunta que siempre me hago, y es curioso que solo nos la podemos responder a nosotros mismos. Sí, porque con palabras no se puede expresar, pero si quieres saber si un sentimiento es puro solo podrás saberlo si al intentar llevarlo a tu vida diaria, a esa dichosa monotonía del diario, te hace más libre. Me sonrío al escribirlo, porque me puedes preguntar: “¿Más libre?”, no soy profesor de moral y tampoco pretendo dar lecciones a nadie, pero creo que ser más libre únicamente se puede lograr librándose de los odios y los males, en definidas cuentas poniendo un poco de ese infinito amor que se nos ha dado y que se nos sigue dando. Si se nos da gratuitamente, que mayor placer es darlo, que mayor gracia es sentirlo y no sentirlo como nuestro, si no como parte del mundo.
Alberto García Peñas
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