Powered by Blogger

9/19/2006

El valor de sentir

Me resulta a veces muy complicado poder expresarme con toda la claridad que me gustaría, a veces creo que las palabras más que vehiculo de comunicación me suponen un obstáculo para expresar lo que realmente siento. Son veces en las que cogería la mano de quién me pregunta, la colocaría en mi corazón, y le diría: “¡Siente!”

Son tantos momentos en la vida, en los que los sentimientos nos superan, nos mueven y nos hacen realmente humanos. No me refiero a esos sentimientos vanos y perecederos que nos impresionan en un determinado momento, solo me refiero a aquellos que se hacen presentes porque existe simplemente amor. Hablo de sentimientos porque pueden llegar a arrastrar nuestra vida, hablo de aquellas veces que flotas en una intensa nube de gracia y de aquellas otras que te sientes el ser más vulnerable que pisa la tierra.

Desde la misma sociedad se tiende a cubrir con un tupido velo el sentimiento humano, dejando al descubierto únicamente los sentimientos impersonales, los más bastos y superficiales. Al contemplarlos, me pregunto si los seres humanos tememos a nuestra propia humanidad.

Hoy se aprecia en todo, y no hace falta recurrir a un sentido crítico o a una mirada pesimista sobre la sociedad actual. No soy pesimista, creo que por mucho que se intente tapar la naturaleza del hombre, el hombre seguirá siendo hombre. O incluso me atrevo a más, el fallar o equivocarse se ha podido observar en las diferentes sociedades que conforman su historia, la historia del hombre, y todo ello por la búsqueda de la verdad. También forma parte de esa naturaleza el aprendizaje, y así se espera aprender de esos errores.

¿Sentir es malo? Es la pregunta que siempre me hago, y es curioso que solo nos la podemos responder a nosotros mismos. Sí, porque con palabras no se puede expresar, pero si quieres saber si un sentimiento es puro solo podrás saberlo si al intentar llevarlo a tu vida diaria, a esa dichosa monotonía del diario, te hace más libre. Me sonrío al escribirlo, porque me puedes preguntar: “¿Más libre?”, no soy profesor de moral y tampoco pretendo dar lecciones a nadie, pero creo que ser más libre únicamente se puede lograr librándose de los odios y los males, en definidas cuentas poniendo un poco de ese infinito amor que se nos ha dado y que se nos sigue dando. Si se nos da gratuitamente, que mayor placer es darlo, que mayor gracia es sentirlo y no sentirlo como nuestro, si no como parte del mundo.

Alberto García Peñas