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11/17/2006

Evangelicemos con las nuevas artes

El pasado fin de semana las diócesis de Getafe, Alcalá, Madrid y el Arzobispado Castrense –Provincia Eclesiástica de Madrid- iniciaron la denominada Misión Joven con la fiesta de la Semana Joven. Entre las cosas más interesantes del plan pastoral preparado, y una de las de más valor, es la idea de que los propios jóvenes sean los propagadores de la fe en sus ambientes: dar a conocer la figura de Cristo a sus compañeros y amigos. Esto supone que la Iglesia tiene que salir a la calle. Y así sucedió. Madrid se vistió de gala y el centro de la ciudad se convirtió en una fiesta de oración, cultura, espectáculo y color con un matiz indiscutiblemente cristiano.
Ahora, la pregunta, la cuestión que debemos hacernos si queremos llevar a cabo una iniciativa de tal envergadura, tan importante de misión a los jóvenes, “la esperanza de la Iglesia” –palabras de Juan Pablo II- es: ¿con qué herramientas, modos y métodos contamos que la modernidad nos ha puesto en el tapete de las nuevas generaciones y, así, llegar con profundidad a ellos?
Los jóvenes vivimos en una sociedad mediática, la universalmente mediatizada, donde se ha dado paso al sonido a ‘toa pastilla’, a la imagen con su mejor colorido, lo referido al mundo multimedia e interactivo, y todo ello, está copando los ranking de elementos o máquinas –conviene no olvidar, pues no sienten-, que captan más y mejor nuestra atención.
La Iglesia –obispos, sacerdotes, religiosos y laicos- debemos no olvidar su uso, no podemos descuidar la realidad que circunda a la evangelización en el siglo de la Wordl Wide Web y del mass media. Hay casos muy prácticos que se dan en los ambientes cristianos donde cabe y se hace necesario el uso de los elementos audiovisuales y los medios de comunicación, y más en la pastoral infantil o juvenil. Pero hay que ser cautos en el aprovechamiento de los mismos y será necesario el uso de nuestro criterio para comprobar si es oportuno o no, en cada caso, la posibilidad de introducirlos en las actividades.
Tenemos que darnos cuenta que, por gracia de Dios, existen estos avances y son un altavoz misionero de primera magnitud. Y el que no quiera ser consciente y ‘pase de todo’, lo mejor que podemos hacer es ponernos una capa negra sobre la cabeza –mejor que sea grande para que tape también los riñones y no cojamos frío, pues puede hacernos mucha ‘pupa’-, cerrar los ojos y dejar que vengan tiempos mejores.
Pero como yo no quiero ser de esos, sino que lo que va conmigo es ser un joven cristiano comprometido hasta los intestinos, invito y animo, a que cada cristiano lo sea también, y dejemos cabida a la creatividad y a las nuevas artes, para dar a conocer el Evangelio. Eso sí, no se dejen llevar por fantasías, que para nosotros, los periodistas y responsables de pastoral de la comunicación, todo esto nos importaría ‘un pimiento’ sino damos prioridad a la noticia más importante: la Verdad de que Cristo nos ama y que tenemos el deber de transmitirlo.

BENJAMÍN ROMERO SANTAMARÍA