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12/28/2006

Esta Navidad ya no estarás solo (12/12/2004)

¡Qué días más tristes!, dicen algunos cuando llega la Navidad.
¿Cómo pueden decir que la Navidad es triste?, replican los otros con asombro.
Y hay una respuesta justificada, ¿quién puede vivir y celebrar sin compañía estas fechas? Necesitamos proclamar la alegría de estos días a diestro y siniestro y hay muchos que no lo pueden hacer.
La Navidad y la soledad están tremendamente enemistadas.
Esa es la tristeza, la tristeza que aún no hemos extinguido en el milenio que comenzamos hace cuatro años, el milenio de la humanidad universal, de la devoción por la vida, del amor que en un momento dado se nos enseñó a practicar entre los hombres de bien, la tristeza de que aún no hallamos obtenido la fórmula que destruye el espíritu de la soledad.
Muchos son los ancianos y desfavorecidos que ya no celebran, como buenos cristianos, la verdadera Navidad que los padres de la Iglesia han dejado escrita en el libro de la tradición.
El niño Dios, en las primeras horas de vida en este mundo corporal, lo que veía a su alrededor eran muestras de cariño de esos pastores que fueron anunciados previamente, de esos padres, María y José, que nunca le dejaron solo ni al comienzo ni al final y lo único que podían ofrecer al Hijo de Dios era amor, y con eso ya era suficiente. De esos "magos", que hicieron un viaje tan largo para ofrecerle lo mejor de sus riquezas.
Los cristianos tenemos que actuar como ellos, tenemos que ser fraternales. Todas aquellas familias que celebran la Noche mágica de Dios, tendrían que acoger a los abuelos, tíos, hermanos, amigos,… en definitiva, a los que se encuentran sin ningún rinconcito de alegría navideña en sus vidas.
Queremos, como creyentes, que todo, pero TODO el mundo: niños y mayores, mujeres y hombres, pobres y ricos, marginados, aislados, aniquilados, se acerquen a todas las celebraciones de Navidad que la Iglesia propone. No hay mejor manera de celebrar una fiesta, y más la del nacimiento de un niño, que nació para y por nuestra salvación, que acercándonos al altar a agradecerle y a recordarle que no nos cansamos de que nazca y nazca, porque Dios lo hizo todo por nosotros y nosotros aún hemos hecho poco por él.
Por eso, porque el altar no tiene dueño, invitamos a todos los hijos de Dios y todos los que aún no se han sentido aludidos a que nadie falte a este gran banquete eucarístico de la Nochebuena. Habrá sitio para todos, todos comerán y beberán de un niño, todos bailaremos en el corazón y cantaremos de júbilo. Habrá sorpresas, se nos regalará una vida, presenciaremos un nacimiento y nosotros seremos los actores en la obra de la nueva historia.
Acuérdate, tienes una cita, tú, sí, sí, eres tú a quien hablo, no gires la cabeza, te esperamos y nos dolería en el corazón que faltases, y si no puedes, te pido que vengas el día de Navidad que volvemos a celebrarlo, pero, por favor, ven. Si faltas tú, nuestra Navidad estará vacía. Feliz Navidad y que tu corazón nunca olvide que siempre te hemos estado esperando y siempre esperaremos a que vengas para celebrar contigo nuestras alegrías.
BENJAMÍN ROMERO SANTAMARÍA

12/23/2006

Vivir en el Misterio (24 de diciembre)

Ya llega, y llega por Navidad. Y no me refiero ni al turrón Chsuchart, ni a las burbujitas de freixenet, ni al calvo de la lotería -por cierto, este año se le acabó el chollo, digo, o los millones-. No señores, quien llega, se llama Jesús, Dios mismo hecho hombrecito. Para los más avezados -los demás haced como que no escucháis-, os digo que esto es el Misterio de la Navidad, el Misterio de la Encarnación. ¡Uy que cosa he dicho! ¿Recuerdan que de eso trata la Navidad? Pues ya tiene mérito si se acuerdan, porque en mi corta vida, lo más próximo a esto que he visto en televisión han sido películas de Papa Nöel, y creo que ya saben ustedes lo que dista.

Los medios de comunicación y nuestras costumbres consumistas, cada diciembre, corren un tupido velo a la realidad más real. Convierten lo bello de estos días en puro convencionalismo comercial, y sé que decir esto se está convirtiendo en un tópico. ¿Pero, acaso no es verdad?

Si nos paramos detenidamente en la tele, lo único que nos encontramos son anuncios y spots publicitarios de scalestrix, muñecas, juegos recreativos,… y en la programación especial de estas fechas: películas y americanadas que nos introducen la cultura directa del consumismo y el señor Nöel. Traten de hacer un análisis estas fechas. Vean la tele y díganme cuántas veces –cuéntenlas si me hacen el favor- se hace mención del Nacimiento del Niño, una referencia al cristianismo, la presencia de los religiosos católicos en Tierra Santa,… ¡Les darán las uvas y no lo verán ninguna vez!

Lo mismo ocurre en el cine, aunque este año con gratas excepciones. La verdad, estoy bastante sorprendido cómo está mejorando la presencia y la calidad del cine con valores y cine con aportación de elementos cristianos. En la actualidad, tenemos en cartelera dos grandes peliculones que bien merece la pena que vayamos a ver. Una de ellas, se trata explícitamente de una reproducción del pasaje del Misterio de la Encarnación, la película “Natividad”. Y la otra, es “El Gran Silencio”, con gran contenido espiritual y cargado de sensaciones que nunca antes habíamos experimentado con una película.

Respecto a la prensa escrita, pasa lo mismo. Se centra desde el día 22 al 25 de diciembre en la lotería de Navidad –por cierto, enhorabuena a los agraciados-. Páginas y páginas para plasmar las fotografías de los brindis en las administraciones que han dado los premios, los listines de números de las pedreas,… Pocas fotografías de belenes, pocos artículos sobre la tradición religiosa, y qué les voy a decir, nada sobre lo familia y la fraternidad y paz que nos aporta esta Verdad.

Vemos muchos catálogos de las grandes multinacionales de regalos, juguetes, cestas navideñas, no nos dejan ver más allá. Y qué les voy a decir sobre las tarjetas navideñas. Ya no se pone la cita bíblica donde se hace mención del Misterio, ni se desea vivir con profundidad la gran muestra de amor hacia el hombre. Ahora nos encontramos que para felicitarnos la Navidad nos mandan un papel, con una foto o dibujo que no consigo yo saber lo que significa ni su relación con esta época. Y más, esas frases tan profanas que los acompañan.

Respecto a la radio, solo os digo que menos mal que está Radio María o la COPE con la programación especial, y todas esas radios que aún apuestan por el contenido que en verdad interesa a los ciudadanos.

FELIZ NAVIDAD, que el Niño que hoy nos nace les llene de amor y nos ayude a ser más humanos y hermanos.

BENJAMÍN ROMERO SANTAMARÍA